Delicadeza,
Que me hace muecas por la ventana,
Me abre la puerta para que entre, y para que salga.
Echando el ancla cuando ella quiere, pues ella manda.
Delicadeza que me despierta de madrugada.

Delicadeza.
Entre las cuerdas de una guitarra,
Voces que pueblan de ramilletes, mis caminatas.
Por la vereda de los andenes que anuncian calma.
Delicadeza son nubes que sueñan, pieles de nata.

Delicadeza. Delicadeza.
Delicadeza, delicadeza.
De madrugada, pieles de nata.
Pintando algas con la mirada.
Y en tus enaguas. La luz del alba.

Delicadeza.
Que me da fuerzas y no se cansa.
Surge contenta como un jinete, cruzando el agua.
Con sus pisadas ríos de nieve, mares de plata.
Delicadeza que se entretiene. Pintando algas.

Delicadeza,
Para que puedan hundir su espalda.
Los que se cuelan por un poema. Y se lo cantan.
En la Sabana, entre mis sábanas, donde mis canas.
Delicadeza que me alimenta con su mirada.

Delicadeza, delicadeza.
Delicadeza, delicadeza.
De madrugada pieles de nata.
Pintando algas con su mirada.
Y en tus enaguas la luz del alba.

Delicadeza.
Dulce corteza de la esperanza.
Que deja huellas con sus vaivenes. Por donde pasa.
Lunas de playas en la corriente que llega al alma.
Delicadeza entre los pliegues de tus enaguas.

Delicadeza.
Que se me acerca como una hermana.
Y se lamenta si no te atreves a dar la cara.
Aura que sana tu amor amante de porcelana.
Delicadeza que me devuelve la luz del alba.

Delicadeza, delicadeza.
Delicadeza, delicadeza.
De madrugada pieles de nata.
Pintando algas con su mirada.
Y en sus enaguas la luz del alba.

Delicadeza, delicadeza.
Delicadeza, delicadeza.
De madrugada pieles de nata.
Pintando algas con la mirada.
Delicadeza entre los pliegues de tus enaguas.

 

© Joaquín Lera, 1998.

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