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XIII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua |
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PABLO SIMONETTI, CONSTRUCTOR DE TRAMAS, Y SU NOVELA: MADRE QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
Uno de los escritores estrella en los pasados XIII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española y IV Congreso de la Lengua Española fue, sin duda, Pablo Simonetti, el autor de moda en Chile, su país natal. Simonetti nació en Santiago de Chile, en 1961. Es ingeniero civil, de la Universidad Católica de su país, en la que también realizó un magíster en Ingeniería Industrial. Posteriormente, obtuvo un master en Engineering-Economic Systems, en la prestigiosa Universidad de Stanford y ejerció su profesión en el sector privado. A partir de 1996, el joven profesional abandonó la Ingeniería , para dedicarse de lleno a la Literatura. Sus primeros triunfos en este campo los consiguió en concursos de cuentos, en su país, narraciones que luego harían parte de su libro Vidas vulnerables , publicado en 1999 (Alfaguara) y reeditado en 2005 (Planeta) y que batió récord de ventas entre los libros de cuentos en Chile. Su primera novela, Madre que estás en los Cielos , publicada en 2004, se ha convertido en todo un fenómeno, en su país y en otros países latinoamericanos, en los cuales ha sido altamente aplaudida por la crítica y el público lector. Con quince ediciones hasta el momento, fue elegida como la mejor novela chilena del 2004, estuvo durante un año entero en las listas de los libros más vendidos de su país y ha sido traducida al portugués, italiano, holandés y hebreo. Actualmente, Pablo Simonetti trabaja intensamente, en su departamento del exclusivo barrio santiaguino de “El Golf”, escribiendo columnas de opinión, preparando sus clases magistrales y dando los toques finales a su nueva novela La razón de los amantes , que será lanzada en la segunda mitad de este año. La Sombra del Membrillo estuvo conversando con él. Sergio Esteban Vélez: ¿En qué momento se dio cuenta de que lo suyo no era la Ingeniería y se arriesgó a cambiarlo todo por las Letras? Pablo Simonetti: El anhelo de escribir algo viene desde que era bastante joven: era como un refugio existencial, en una vida que no me resultaba necesariamente cómoda. Aunque tenía una buena relación con el mundo que me rodeaba, yo sentía una incomodidad y el hecho de sentirla me orientaba hacia una reflexión interior, pero nunca me atreví a pensar que escribir podía ser mi oficio. No sé qué pasó, nunca he podido encontrarle una explicación infalible, pero lo que sí creo es que en un momento me di cuenta de la sensibilidad con que miraba el mundo y de la cantidad de historias que tenía en la cabeza y el ánimo de contarlas. Entonces, cuando todo eso se hizo cada vez más apremiante, un día renuncié a la empresa privada y me puse a escribir. S. E. V: ¿Cómo se ha servido de su preparación como ingeniero, para trazar estructuras, enfoques matemáticos y metodologías, en su obra? P. S: Más que estructuras, uno, como ingeniero, tiene cierto orden matemático que le ayuda muchas veces a poner una escena antes que la otra, un sentido de la trama; pero más que todo ha sido en la minuciosidad, en el rigor, en los espacios en la imaginación. Las matemáticas son una representación de la realidad, pero son una base para lograr comprensiones superiores, resolver problemas. Entonces, tú te planteas un problema narrativo y tu mente es capaz de centrarse y de moverse dentro de unos ciertos límites y despertar y encontrar ahí todo lo relativo a aquel problema narrativo, que es un problema humano. Le digo la palabra “problema”, porque, así como se habla de la resolución de problemas, en Ingeniería; aquí, podríamos hablar de situaciones, estados anímicos, etc. Entonces, más que nada, la Ingeniería ha sido como un educador de la concentración, de la abstracción y del gozo de pensar. S. E. V: ¿Le habría gustado dar ese paso antes? P. S: Sí, por supuesto. Cuando estoy en estos congresos de escritores, veo algunos que han escrito doce libros y tienen la misma edad que yo... Y a mí, historias no me faltan, pero no tengo tiempo para escribirlas. Yo me demoro dos años entre una novela y otra. Entonces, ya veo que no me quedan más de diez libros por delante, lo cual es poco. S. E. V: ¿Cuál es su disciplina para sentarse a escribir? P. S: Es una disciplina muy exigente, porque no puedo hacer nada más. Necesito brindarme el día completo para sentarme a escribir unas tres o cuatro horas, pues no duro concentrado más que eso. Hago una rutina previa: salgo a caminar, hago ejercicio... después me siento. Necesito silencio, tranquilidad, cero vida social y después, en la noche, tipo seis de la tarde, cuando termino, como algo y leo y me duermo muy temprano. Es como estar en un convento. S. E. V: ¿Cómo ha cambiado la vida de Pablo Simonetti, después del éxito extraordinario intercontinental de su novela Madre que estás en los Cielos ? P. S: Gracias por lo de intercontinental, que suena enorme. ¿Sabes lo que pasa? Que al principio pensé que mi vida iba a cambiar, pero después me dije que estaba en mí si cambiaba o no, y a mí me gustaba mi vida como era. Me gusta estar tranquilo, con mis amigos, con mi pareja y, entonces, lo que hago es que creo distintas zonas de mi vida. Por ejemplo, ahora en marzo ha sido una zona muy intensiva de trabajo hacia fuera, de obligaciones editoriales, entrevistas... pero pronto vuelvo a mi casa, a mi rutina, a mi mundo, pequeñito pero muy confortable y, sobre todo, muy cálido, y es ahí donde las historias nacen, una detrás de otra. Como te decía, tengo muchas historias que contar, pero si tú ahora me quieres contar una historia... tengo la cabeza vacía... S. E. V: ¿Y qué siente al ver el éxito mismo de su obra? P. S: Una sensación de seguridad, de sentir que uno está esgrimiendo un arma que es capaz de manejar. Salido a los 35 años de un mundo de números, yo no sabía cuál era la potencia de mi verbo y ahora como que confío más en él. Eso también me da más tranquilidad. Antes, tenía épocas más largas de bloqueo, porque era tremendamente autocrítico. Ahora tiendo a confiar un poco más en mí. Por otro lado, “Madre que estás los cielos” me dio la seguridad de que puedo terminar una novela, de que el aliento que uno toma para sumergirse en ese mundo me alcanza hasta el momento en que vuelvo a salir a la superficie. Antes no tenía esa certeza, no sabía si podía conservarme en una voz literaria, en un tema, en una situación tan específica, por tanto tiempo. S. E. V: ¿Ha recibido alguna propuesta para llevarla al cine? P. S: Sí, pero fue una propuesta que no se concretó. Además, Madre que estás en los Cielos es una novela difícil y cara de filmar, porque es de muchas épocas y la película tendría que ser capaz de replicar escenarios de los años treinta, cuarenta, sesenta, ochenta y dos mil y es una novela en que hay tres tiempos mezclados, tres historias entrelazadas: está la historia de ella con sus padres, la historia con su marido y la historia con sus hijos. Ahora, lo que sí me están diciendo los que han leído mi próxima novela es que será una película, no sé por qué. S. E. V: ¿Qué prevé de la reacción del público hebreo ante su novela, que se está traduciendo a aquel idioma? P. S: A mí me gusta el personaje de Sarah Fischer, que es la mujer hebrea que hay en la novela, que le produce una fascinación muy grande a Julia (protagonista), la cual viene de cierta de cierta tradición secular judía, no religiosa, intelectual. De hecho, Sarah Fischer vivió en Viena y huyó a Chile, de la persecución judía en Austria, y en Chile fundó una escuela de Música. Entonces, es un personaje admirable, con un cierto rigor en todo lo que hace y en sus decisiones. Eso a Julia le apasiona, porque aquella es una mujer que se ha definido a sí misma, en cambio Julia ha estado detenida por las creencias y costumbres sociales de su familia. S. E. V: ¿Qué influencia tuvo la muerte de su madre en el hecho de que usted se hubiese puesto en la tarea de escribir la novela? P. S: Toda. Fue cuando murió mi madre cuando yo decidí trabajar sobre esa pregunta de qué hice de mi vida. Cuando ella estaba en su lecho de muerte, en una agonía bastante tranquila, sin sufrimiento, me imaginé que, de todos modos, ella se estaba preguntando cuál había sido el resultado de su existencia. S. E. V: ¿Ha utilizado algún referente de la Literatura Latinoamericana , en la conducción y estilística de esta novela? P. S: No. Mi referente principal fue “Memorias de Adriano”. Claro que el personaje principal de esta novela es una mujer de clase media, de ascendencia italiana, de mediados del siglo XX, que habla y recuerda; no es el Adriano que habla y recuerda, en las “Memorias de Adriano”; no tiene esa estatura humana y política que él tiene. Adriano habla de la vida como si fuera uno de esos autores del siglo XIX que juzgan la existencia. Julia no tiene la capacidad de juzgarla. Igualmente, está la posición de la persona que muere y que recuerda y está la nostalgia, que se cuela en su pensamiento, sin que ella pueda dominarlo. El mismo Adriano hablando de sus situaciones de Estado o de su amor por Antinoo, finalmente es un hombre que tiene una nostalgia gigantesca. S. E. V: ¿Qué características de su propio yo ha proyectado en los personales de la novela, especialmente en Andrés? P. S: Mi psicoanalista, a quien no veo desde hace tiempo, pero que leyó el libro, me dijo que había quedado muy sorprendida porque ella pensaba que Julia iba a ser una proyección de mi madre, muy marcada, pero que resultó que lo que a ella le parece es que yo me apropié del armatoste físico de mi madre y me metí dentro de ella; entonces, Julia tiene mucho de mí. Y Andrés... En Chile hay un juego que pregunta qué animal eres, qué animal te gustaría ser y qué animal creen los demás que tú eres. Andrés, quizás, es como una especie de proyección heroica de mí mismo. La presentación de su novela ha llevado a Simonetti en poco tiempo a recorrer todo Chile, Argentina, Perú, Colombia, México... "No ha sido mucho más que eso", comenta. Pero en Medellín la sombra alargada de nuestra Sombra (gracias a nuestro corresponsal Sergio Esteban) pudo comprobar que el fenómeno Simonetti está siendo mucho más que eso. |
Los aplausos perdidos. Medellín y el Congreso de las Academias de la Lengua, por Sergio Esteban.. |
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La Sombra del Membrillo. 2003-7.
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