Cernuda peregrino: una lectura.

por Juan Antonio Cardete.

 

HUELLAS VITALES Y LITERARIAS DE "PEREGRINO".

Aunque obviado por algunos antólogos, uno de los poemas más iluminadores de la postura vital y literaria de Luis Cernuda es, seguramente, "Peregrino", incluido en Desolación de la Quimera. Este poema, escrito en México en febrero de 1961, es testimonio de una situación histórica (el exilio español a causa de la guerra civil) que el poeta consigue trascender. Su reflexión sobre el regreso se hace extensible a un dilema vital de estirpe romántica: integración o rebeldía, conformismo o búsqueda de la autenticidad.

Peregrino

¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.


El propio Cernuda se planteó el dilema de volver en repetidas ocasiones de su vida. En 1928 muere su madre, deja Sevilla y tres décadas después afirma: "Estaba harto de mi ciudad nativa, y aún hoy, pasados treinta años, no siento deseo de volver a ella" .

El fantasma del regreso reaparece en otras etapas:

"En marzo de 1947 recibí carta de mi amiga Concha de Albornoz, quien hacía unos años trabajaba en Mount Holyoke College, Estados Unidos, preguntándome si aceptaría un puesto allí. Aunque parezca increíble, no había pensado en cómo y dónde habría de continuar mi existencia. Volver a mi tierra, ni pensaba en ello; poco a poco se consumaba la separación espiritual, después de la material, entre España y yo" .

Como la poesía no sólo se teje con hilos de realidad histórica, sino con los hilos de otros versos, puede ser esclarecedor rastrear las huellas literarias de este "Peregrino".

En primer lugar, la de Rainer María Rilke, el poeta nacido en Praga (1875-1926) caracterizado biográficamente por su peregrinar continuo: desde su ciudad natal hasta Sevilla o Toledo, pasando por Alemania, Italia, Rusia, Francia, Suecia, norte de África, Egipto, Suiza... Rilke supone un ejemplo vital de nomadismo permanente en busca del verdadero paisaje interior. No es casual que sea una figura especialmente querida para Cernuda, no sólo como poeta sino como aliento vital: "La obra de Rilke habría de constituir para quien esto escribe una de esas filiaciones entrañables, uno de esos estímulos profundos, que nos son tanto más queridos y necesarios cuanto más extraño y hostil se nos vuelve el mundo en torno" .
Cuando en "Peregrino" leemos "No eches de menos un destino más fácil", estamos ante una afirmación plenamente cernudiana, pero conectada también invisiblemente con una tradición poética que pasa por Rilke, quien en carta del 14 de mayo de 1904 (publicada en Cartas a un joven poeta) afirma: "La gente (con ayuda de convenciones) lo ha disuelto todo hacia lo fácil, y hacia el lado más fácil de lo fácil; pero está claro que nosotros debemos mantenernos en lo difícil" .
No parece descabellado que esa "filiación entrañable" con Rilke, poeta nómada donde los haya, pueda resonar en "Peregrino". Cernuda, que conoce bien las cartas de Rilke, escribe: "Sabida es la importancia y valor que tiene toda la correspondencia de Rilke, no sólo en relación a su obra poética sino, dentro de la literatura epistolar, como una de las más singulares y hermosas que conozcamos" .

En segundo lugar, la huella de Hölderlin, poeta no sólo admirado, sino incluso traducido por Cernuda. Si el eje semántico que hace arrancar el poema es la reflexión sobre el regreso ("¿Volver?"), entre los poemas que Cernuda traduce de Hölderlin está "Tierra nativa", que comienza precisamente con ese lexema ("Vuelve el marino alegremente hacia el tranquilo río") y desarrolla la idea del regreso a la tierra originaria.
Aunque en "Tierra nativa" hay una afirmación del deseo de volver ("También yo volver quiero a la tierra nativa"), la tierra propia parece no poder "calmar las penas del amor", apagar el deseo que convierte al poeta en desterrado perpetuo:

TIERRA NATIVA
(primera versión)
Vuelve el marino alegremente hacia el tranquilo río
desde lejanas islas donde provecho obtuvo.
También yo volver quiero a la tierra nativa,
pero ¿qué he conseguido si no son sufrimientos?

Benignas riberas, vosotras por quienes fui formado,
¿podéis calmar las penas del amor? ¡Ay!
¿O devolverme vosotros, bosques de mi infancia,
cuando retorne, mi tranquilidad nuevamente?

Como si el poeta entrara en diálogo con su propio pasado (vital y literario), en ese tono de recuento final dominante en Desolación de la Quimera, "Peregrino" arranca con una elipsis ("¿Volver? Vuelva el que tenga") que podemos llenar de sentido con huellas como la de Hölderlin.

En tercer lugar, la conexión con el poema "Ítaca" de Constantino Cavafis (1863-1933), a quien Cernuda consideró uno de los poetas máximos de su tiempo , parece evidente. Cavafis convierte a Ítaca en el símbolo del descubrimiento de un destino personal que resulta ser el propio viaje. "Peregrino" retoma esa clave cultural, cerca a veces de la literalidad de "Ítaca", donde leemos en traducción de José María Álvarez: "arribes a bahías nunca vistas"; y en Cernuda, que leyó a Cavafis en traducciones inglesas: "Tus ojos frente a lo antes nunca visto". Pero Cernuda impregna "Peregrino" con su inconfundible apuesta estética y moral: despoja su verso del goce sensorial que persigue Cavafis y radicaliza su destino heterodoxo negando ("Sin Ítaca") hasta esa meta simbólica de la Odisea. Citamos aquí el poema de Cavafis íntegro, en traducción de José María Álvarez:

ÍTACA
Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones ni a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.


En otro poema de Cavafis, "El dios abandona a Antonio", podemos descubrir una solución vital que impresionó y quizá alentó a nuestro poeta. El poema comienza con la invitación a aceptar un destino sin lamentar el pasado, un destino que lleva a Marco Antonio a marcharse de Alejandría:

Cuando de pronto a medianoche oigas
pasar una invisible compañía
con admirables músicas y voces-
no lamentes tu suerte, tus obras
fracasadas, las ilusiones
de una vida que llorarías en vano.
Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente,
saluda, saluda a Alejandría que se aleja.[...]


Puede que el "no lamentes tu suerte" de Cavafis esté en los cimientos del "no eches de menos un destino más fácil" de Cernuda, quien en otros textos no había resuelto con tan orgullosa aceptación ese peregrinar vital. Por ejemplo, en un poema de Como quien espera el alba llamado "Tierra nativa", escrito en 1941, el poeta enfatiza el dolor por la tierra perdida:

[...]su recuerdo ahora me traspasa
el pecho tal puñal fino y seguro.
Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,
Tierra nativa, más mía cuanto más lejana?

Unos dos años antes de la composición de "Peregrino", Cernuda manifestó su entusiasmo por "El dios abandona a Antonio" en una entrevista: "me parece una de las cosas más definidamente hermosas de que tenga noticia en la poesía de este tiempo" .


UNA LECTURA CERNUDIANA.

Además de las pistas que pueden aportar las huellas literarias citadas, una lectura atenta a la intención con que se concibió este poema podrá ayudarnos a recuperar el sentido del texto. Esa lectura no puede olvidar la "vena rebelde" que señalaba el poeta como esencial para colmar de sentido su obra. En carta a José Luis Cano de diciembre de 1953, Cernuda reivindica: "Pero, ¿por qué excluyes siempre el lado de sombra, la protesta, la rebeldía, que tan visible es? Yo creo que ahí reside lo principal, el motivo principal de cuanto he escrito".

En nuestro poema, auténtica proclama del orgullo de la diferencia, esa rebeldía es clave de su sentido. Se acumulan, sin la estridencia del romanticismo grandilocuente, una serie de expresiones de divergencia ante lo establecido. En sólo dos quintetos leemos: "Mas", "no", "sino", "sin", "sin", "sin", "no", "no", "no", "nunca".
Los valores fundamentales de muchas culturas (la patria, la familia, la integración social, la relación afectiva) son sintetizados con cuatro sustantivos "su tierra, su casa, sus amigos/ Del amor[...]" a los que el peregrino del poema se declara ajeno.

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

La orgullosa afirmación de "seguir libre adelante" no es ingenua o fatua, está cimentada en privaciones que se aceptan, pilares para una sociedad que el poeta rechaza -en la ficción del poema y en el transcurso de su vida-: la familia (el hijo, el mítico Telémaco), la patria (Ítaca), el amor y la fidelidad de la esposa (Penélope). La alusión a los personajes de la Odisea de Homero, que conforman el mito de una vida aventurera que busca el regreso, da un valor universalizador al poema. No es sólo la rebeldía frente a la España de la dictadura franquista y de la sociedad contra la que choca la opción vital y creativa de Cernuda, sino la negación romántica que proclama el desajuste del creador con "esta sucia tierra donde el poeta se ahoga" (como dice un verso de "La gloria del poeta", poema de Invocaciones).

La oposición semántica rebeldía/fidelidad se ilumina con dos usos de la palabra "fiel". El primero apunta a una fidelidad que pide el patrón social ("Del amor que al regreso fiel le espere"); pero el segundo afirma una paradójica fidelidad rebelde, fidelidad a la propia aventura personal: "Fiel hasta el fin del camino y tu vida". La cercanía de "camino" y "vida" favorece una metáfora espejo (camino = vida) y nos coloca ante un concepto de vida como permanente peregrinar.

A dos versos del cierre ("No eches de menos un destino más fácil") se nos revela finalmente de qué está hablando todo el poema, que podría titularse perfectamente con el sustantivo "destino". Cernuda cierra "Historial de un libro" precisamente con estas palabras: "ya lo dijo hace muchos siglos alguien infinitamente sabio: ´carácter es destino´". El sabio aludido es Heráclito, que resuena en este poema en el que el destino de nuestro peregrino es inseparable de su ethos, su comportamiento, esa opción vital de libertad no sometida.

Con las dos frases nominales "Tus pies sobre la tierra antes no hollada" y "Tus ojos frente a lo antes nunca visto", el poeta pone el broche a su reflexión. La sobriedad del lenguaje (elipsis hasta del verbo) lleva pareja la contundencia de la postura ética. No son elucubraciones injertadas, es una constatación de una opción personal. "La tierra antes no hollada" actúa como sencilla metáfora de afirmación de la diferencia, la heterodoxia. Esta postura distingue a Cernuda de muchos otros poetas coetáneos. Él mismo escribe una anécdota sobre su época de alumno de Pedro Salinas en la universidad de Sevilla: "Recuerdo que en cierta ocasión, al mostrar a Salinas un trabajo mío donde afirmaba que ´el poeta es siempre un rebelde´, Salinas me replicó que esa era la única parte del trabajo en cuestión con la que no estaba de acuerdo" .
El poema no se prolonga en explicar cómo sería ese destino, nos coloca en él: con nuestros pies pisándolo y nuestros ojos abiertos ante ese abismo. La pregunta inicial de "Peregrino" ("¿Volver?") se resuelve en enérgica afirmación de un modo de vida, que en Cernuda es lo mismo que decir un modo de literatura, alejada del "sillón en academia" y la "certeza burguesa", conceptos presentados críticamente en el poema "Desolación de la Quimera".
El peregrino de nuestro poema, abocado a lo incierto, es la imagen final de una trayectoria poética que no puede entenderse sin tener presente la veta rebelde de su concepción.


CERNUDA "DISPONIBLE": UN HÁPAX DE SU POESÍA.

Pero este poema guarda una sorpresa especial. La orgullosa afirmación que lo resuelve se apoya en un término que no aparece en ningún otro texto poético de Cernuda: "disponible" ("Disponible por siempre, mozo o viejo"). ¿Cómo interpretar este hápax en un poema de imágenes deliberadamente sencillas y redundantes con respecto al resto de La realidad y el deseo?
Porque resulta fácil recordar otros versos de Cernuda que anticipan o reutilizan términos e imágenes de "Peregrino": el "volver" ("No quiero, triste espíritu, volver / Por los lugares que cruzó mi llanto", en XI, Donde habite el olvido; "Cuando tiempo y distancia / Engañan los recuerdos, /¿Quién lo ignora? Es amargo/ volver", en "Hacia la tierra", Como quien espera el alba; "prefiero / No volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía", en "Es lástima que fuera mi tierra", Desolación de la Quimera); la casa, la familia ("La casa familiar, el nido de los hombres, / Inconsistente y rígido, tal vidrio", en "La familia", Como quien espera el alba); la tierra ("Así también mi tierra la he perdido", en "El ruiseñor sobre la piedra", Las nubes); el destino solitario ("Tu destino es mirar las torres que levantan, las flores que abren, los niños que mueren; aparte, como naipe cuya baraja se ha perdido", en "Para unos vivir", Los placeres prohibidos); la construcción del imperativo que alienta a seguir ("Sigue por las regiones del aspirar oscuro, / No buscando sosiego a tu deseo", en "La escarcha", Vivir sin estar viviendo; "No mires atrás y sigue/ Hasta cuando permita el sino", en "Otros aires", Vivir sin estar viviendo); incluso la alusión a los personajes de la Odisea ("Aquella canción misma que resistiera Ulises", en"Las sirenas", Desolación de la Quimera)...

Pero ni en los versos de Cernuda ni en su prosa poética encontramos el término "disponible". Aunque en Ocnos sí hallamos pistas muy esclarecedoras de su valor. En "La casa", texto de 1957, leemos:

Y seguiste rodando por tantas tierras, alguna que ni hubieras querido conocer. Cuántos proyectos de casa has tenido después, casi realizados en otra ocasión para de nuevo perderlos más tarde[...] Pero es un sueño al que ya por imposible renuncias, aunque sea realidad de todos a la que no puedes aspirar. Tu existir es demasiado pobre y cambiante -te dices, escribiendo estas líneas de pie, porque ni una mesa tienes [...] Después de todo, el tiempo que te queda es poco, y quién sabe si no vale más vivir así, desnudo de toda posesión, dispuesto siempre para la partida.

Aunque el tono nostálgico de la casa deseada de Ocnos no es el de "Peregrino", una misma visión cernudiana alimenta ambos textos: la actitud vital de alguien "disponible por siempre" y "dispuesto siempre para la partida".

En su prosa crítica, el propio Cernuda nos da otra reveladora clave. Hablando de Vicente Aleixandre, con quien Cernuda llegó a alcanzar una notable sintonía, menciona una visión de la "disponibilidad" del poeta. Interpretando unas palabras de Aleixandre sobre su propia obra, Cernuda explica que

el poeta es un descontento, un inadaptado, aunque ese descontento no parezca consecuencia de injusticia humana o social, sufrida por él o vista por él sufrir a otros; en general aparece como consecuencia de un sentimiento inefable que caracteriza la actitud romántica [...] lo importante ahí es la inadaptación al mundo que indirectamente nos revelan [las palabras de Aleixandre sobre su obra...], el desacuerdo (sea cual sea su causa) con la sociedad, que mencionamos como sufrido por algunos de los poetas de la generación de 1925 y que llevó a los mismos a simpatizar con el movimiento superrealista.
[...En las palabras de Aleixandre] entrevemos la disponibilidad constante del poeta, disponibilidad que es consecuencia de la inadaptación primera: pues que nada le usa y todo le atrae, todo puede ser tema posible u ocupación de su vida.

Estas palabras sobre alguien cercano pueden iluminar la lectura del propio Cernuda. Como en muchas otras ocasiones, Cernuda habla de su propia obra al hablar de otro poeta. La "disponibilidad", postura vital y estética aquí explícita, es la búsqueda perpetua como destino. Pero también es el certificado de una rebeldía de estirpe romántica, de un desajuste nacido de la inadaptación compartida con otros compañeros de generación frente a los valores de una cultura.

La palabra "disponible", privilegiada por su posición como inicio de verso y, curiosamente, justo en el centro del poema (con siete versos delante y siete detrás), nos descubre así un destello inédito. Esa palabra que Cernuda coloca por primera vez en un poema, en uno de los últimos de su vida, nos devuelve al motivo principal de cuanto ha escrito, la rebeldía. Nos pone sobre la pista de algunos posibles parentescos literarios en "Peregrino" y es el sello último de quien hizo de su vida un hápax, figura irrepetible de toda una época. El Cernuda "disponible" de "Peregrino" nos sitúa ante el poeta inadaptado, descontento, el romántico doblemente exiliado que opta por la suprema fidelidad de ser libre hasta el final a pesar de todo.


© Juan Antonio Cardete 2004

La Sombra del Membrillo. 2004.

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ISSN: 1697-8714